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Beppo Levi

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    Beppo Levi, un matemático que amó a Rosario

    La historia de ésta disciplina tiene un protagonista que, entre otras cosas, instaló el sentido de la investigación cientí­fica continua. Beppo Levi, un personaje activo de la historia del siglo pasado que supo enamorarse de nuestra cultura y dio todo por la pedagogí­a de este saber.

     

    La Universidad Nacional

    de Rosario supo albergar entre su cuadrilla docente, y a partir de la creación del Instituto de Matemática a uno de los más influyentes e importantes especialistas del planeta, el italiano Beppo Levi. Un hombre que, por ser de origen judío, sufrió fuertemente las consecuencias del fascismo extendido por Europa, y que también lo obligó a alejarse en aquellos tiempos de su mayor obsesión: la investigación en las matemáticas luego que se le negase la posibilidad de enseñar y concurrir a las universidades y acceder a bibliotecas. Fue así como llegó a Rosario, gracias al ingeniero Cortés Plá, para aportar en esta universidad todos los conocimientos desarrollados por “uno de los matemáticos más relevantes del siglo XX”.

    El profesor de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, Pedro Marangunic, conoce en profundidad la obra de este fantástico matemático: “Tuvo una trayectoria muy larga porque trabajó hasta los ochenta y seis años produciendo conocimiento y se interesó por distintos campos de la matemática pura y aplicada y también por temas de epistemología e historia de la matemática, como también estrategias para la educación de ésta”.

    Levi se doctoró en matemática a los veintiún años, por la Universidad de Turín. Su obra y aporte a la disciplina matemática es aún hoy reconocida como una de las más importantes a nivel mundial. Pero el valor que tiene este personaje para Rosario y el país es aún mayor, teniendo en cuenta que fue uno de los investigadores que más voluntad puso para la formación de estructuras académicas en esta área en el ámbito de las universidades. El reconocimiento más grande hacia su figura tiene que ver con esa obstinación: “Cuando llegó tenía 64 años, sin embargo tenía toda su capacidad y energía latente, que brindó a Rosario. Él consideraba que esta ciudad lo había recibido con mucha amabilidad por eso quería seguir brindándose. Creó revistas matemáticas que no existían en Rosario y es considerado padre de la matemática en esta ciudad, todos los que han venido después son hijos, nietos, bisnietos, distintas generaciones de Beppo Levi”, cuenta Marangunic.

    Su llegada a Rosario estuvo acompañada por la del matemático español Luis Santoló, “un matemático catalán muy joven que también vino perseguido porque acababa de terminar la Guerra Civil Española”. Ambos formaron parte de una generación de rosarinos que aportaron grandes conocimientos a esta ciencia, integrada también por Simón Rubinstein, Juan Olguín, Enrique Ferrari, Fernando y Enrique Gaspar y, posteriormente Mario Castagnino.

    La revolución que instaló Levi aún hoy se manifiesta en los institutos de formación, principalmente por instalar un nuevo sendero para el desarrollo de la matemática: la investigación constante. “Hasta ese momento la actividad matemática era docente pero no existía la investigación ésta creció por la influencia de Beppo Levi, Rosario todavía le debe un reconocimiento a él y a su grandiosa obra”, comenta el profesor.

    Su contribución, según la enciclopedia virtual Wikipedia (enlace abajo), se vincula al estudio de las cuerdas en las superficies algebraicas, la integral de Lebesque y la teoría de la medida. Introdujo los espacios de cuadrados integrables, cuyas derivadas también son de cuadrado integrables, y conocidos con el nombre de "espacios de Beppo Levi". En su honor, ese teorema se llama "teorema de Beppo Levi". En la teoría de conjuntos propuso, por anticipado, lo que luego se llamaría el "postulado de Zermelo".

    El legado de Beppo Levi suele ser pasado por alto por muchos profesionales del área y por los planes ministeriales, como también aparece ignorada esa incesante voluntad de generar conocimiento a partir de la investigación científica. Sumado a esto, y como lo resalta Marangunic, el sistema pedagógico argentino “tiene muchas falencias además de la falta de presupuesto. Un montón de asignaturas que podrían ser apasionantes se convierten en aburridas para los alumnos como el caso de la matemática, que además de la belleza de su razonamiento se aplica a cualquier disciplina humana, no hay ni un solo adelanto que no haya usado de la matemática”.

     

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