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Proyecto La Otra Babel

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    El otro y la alteridad

    Olga Idone - Verónica Grimaldi

     

    “El abrir nuestros ojos y agudizar nuestros oídos al otro es cruzar

    una puerta que esconde otra puerta, que esconde…”

    César Ruiz

    Dedicadas desde hace mucho tiempo a la temática de la Diversidad y la Inclusión en distintos ámbitos, creamos este espacio que propone, por un lado, actualizar y  profundizar su conceptualización, y por otro la creación de nuevos modos de abordaje que faciliten la producción de procesos de inclusión.

    En la actualidad y como producto de esas experiencias, consideramos que lo central es la problemática de la diferencia  y su relación con el otro y la alteridad.

    En este sentido, resulta necesario enfocar la atención en la idea de alteridad en lugar de referirnos a la noción de diversidad, debido a que consideramos que el término diversidad se transformó, como consecuencia de la promoción del consumo, en una mercancía. Esto produjo un vaciamiento de significado y una pérdida del anclaje humano en el que había surgido. 

    Como toda temática  humana, el ámbito del otro y la inclusión se caracteriza por su complejidad, o sea por estar constituido por el entrecruzamiento de múltiples variables que interactúan entre sí.  Estas variables son estudiadas por diferentes disciplinas, como así también por las disciplinas artísticas cuya expresión ahonda en las profundidades del ser humano. Consideramos, en consecuencia, que el abordaje es necesariamente interdisciplinario.

    Muchas de las conceptualizaciones producidas hasta hoy en diferentes ámbitos han tenido escaso impacto en las comunidades que trabajan con personas de diferentes características. Creemos que esto se debe a la ausencia de interacciones entre disciplinas, lo que permitiría enriquecer la dialéctica teoría/práctica.

    En este espacio pretendemos trabajar en el nivel estructural de la problemática para lo cual nos formularemos preguntas y ensayaremos respuestas siempre provisorias. Dado que se trata de un espacio de puertas abiertas, en él queremos alojar el análisis del problema desde distintas perspectivas, en congruencia con la idea de interdisciplinariedad. Para ello, incluiremos los aportes de distintos grupos que nos ayudarán a explorar nuevos modos de mirar la cuestión.

    Sabemos por nuestras experiencias vitales, que el punto del cual partimos determina una trayectoria que hubiera sido otra si el punto de partida también lo fuera. Nuestro punto de partida es considerar que la Diferencia es un problema.

    Según la RAE, la diferencia es la característica que distingue una cosa de otra. Se trata de una cualidad o circunstancia que hace que una persona, idea, objeto o situación sea distinta de otra con la cual es comparada.

    Gimeno Sacristán (1999) propone que la diferencia es una manifestación del ser irrepetible que es cada uno.  Su definición muestra la posibilidad de superar el etnocentrismo desde el cual consideramos al otro.

    A esta interpretación podemos contraponer la noción de diferencia que aporta la matemática: lo que le falta a algo para llegar a ser otra cosa. Aparece aquí una idea que podríamos vincular a cierta falta, a cierta carencia.

    Esta manera de mirar la diferencia aparece en múltiples disciplinas y por mucho tiempo ha sido una explicación aceptada de los “hechos” del mundo. En La relación con el saber. Elementos para una teoría, el pedagogo Bernard Charlot describe ciertos modos de analizar la diferencia desde la carencia, y la llama “lectura en negativo”, señalando que “La lectura en negativo reifica las relaciones para convertirlas en cosas”. De este modo, se crean objetos que se naturalizan, como el fracaso escolar, la discapacidad, los “sin techo”, y se explican asumiendo la carencia de ciertas personas como causa de su existencia.

    Charlot propone, en cambio, desarrollar una “mirada en positivo” que recupera la idea de relación y parte de poner atención en lo que las personas efectivamente hacen, logran, tienen. No se trata, sin embargo, de una mirada ingenuamente optimista ni tampoco de negar las características de la situación o de las personas. Por ejemplo, en el caso de los alumnos que fracasan en la escuela, se busca comprender “cómo se construye una situación de alumno que fracasa en un aprendizaje y no lo que le falta a esta situación para ser una situación de alumno que alcanza el éxito”.

    Este modo de interpretar el mundo se viene desarrollando en muchos ámbitos; entre otros, los estudios de género, el campo de la educación inclusiva, la etnomatemática.

    La lectura en positivo de la diferencia no solo implica una mirada respetuosa del otro sino también su reconocimiento como semejante, como sujeto y no como objeto.

    Volviendo a nuestro punto de partida, con respecto a qué consideramos  problema, recurrimos al ámbito de las Didácticas Específicas. Allí es posible caracterizarlo como toda situación para la cual no se dispone de una estrategia de resolución inmediata.

    Nuestras experiencias en talleres y encuentros académicos nos llevan a identificar ciertas respuestas usuales frente a la diferencia. Entendemos que el tema provoca resistencias. ¿Cuáles serían algunas evidencias de ellas? Se desestima, se  ignora, se repiten palabras -diversidad e inclusión, por ejemplo-, que por tanto repetidas se vacían de contenido.

    Es posible encontrar en la historia rastros de las resistencias que identificamos en la actualidad. A principios del Siglo XX, según relata Andrés Alberto Masi Rius, “en la Argentina se orientó a construir una identidad nacional mediante un proceso de adecuación del inmigrante a la sociedad receptora, requiriendo que éste adquiera la cultura, costumbres y modos de vida de la comunidad de acogida, dejando a un lado los suyos propios y, de este modo, hacer desaparecer su condición de extraño o diferente.

    El diseño de distintos dispositivos y prácticas estatales intentó modificar la subjetividad que los inmigrantes traían de sus países de origen, como así también los que portaban los nativos, debiendo adoptar un nuevo modo y forma de ser único, amalgamándolos en lo que se denominó crisol de razas.”

    Otros países optan por el modelo mosaico o también llamado multicultural, el cual expresa una alternativa interesante a la hora de abordar el tema de la inmigración. El mosaico se basa en el principio de igualdad o de no discriminación (en función de  la cultura, la lengua, la religión, la nacionalidad, el género, etc.). Este modelo surgió como reacción a la tendencia hacia la uniformización cultural; aquí la identidad y los valores culturales de los inmigrantes y nativos se convierten en el pilar básico sobre el que se apoya este modelo.

    En el ámbito educativo también podemos encontrar modelos con estas características: la integración escolar y la educación inclusiva. La integración supone una forma educativa basada en que el alumno debe demostrar capacidades de adaptación a la propuesta escolar que se le ofrece y a las condiciones del sistema educativo para poder acceder, permanecer y egresar de la escuela.

    La perspectiva de la educación inclusiva sostiene que todas las personas, independientemente de sus características, tienen derecho a compartir la vida escolar y aprender juntas. Así, todos los alumnos son estudiantes legítimos de la misma escuela. Son entonces las instituciones las que deben ser transformadas para alojar a todos, y no los alumnos los que deben demostrar condiciones de adaptabilidad.

    En La expulsión de lo distinto, Byung-Chul Han[1] dice que “(...) La comparación igualitaria total conduce a la pérdida de sentido”, para agregar que “(...) El violento poder de lo global barre todas las singularidades que no se sometan al intercambio general”.

    Estos modos de producción de subjetividad –crisol de razas, integración escolar- llevan a rechazar la diferencia. En estos paradigmas, en contraposición a los que plantean la construcción de lo común a partir de las diferencias, preexisten ideales considerados normales que deben ser alcanzados por todos. La consecuencia para quienes no pueden alcanzarlos es, indefectiblemente, la segregación o la exclusión.

    Pensamos que la comunidad en general, y en particular los docentes y los profesionales de la salud, tienen información acerca de la diversidad como así también de los alcances de los conceptos de integración e inclusión, pero es una información que no produce transformación subjetiva, no se transforma en saber acerca de. En este punto encontramos un serio obstáculo para la implementación de programas de inclusión que terminan siendo meras etiquetas por un lado y  decretos por otro.

    Todos, como parte de la comunidad, debemos tomar conciencia del obstáculo que representa no identificar a la diferencia como problema.

    En este espacio nos abocaremos a construir herramientas para facilitar la transmisión de aquello que consideramos el fundamento, el piso sólido sobre el cual crear nuevas formulaciones y estrategias en torno al otro y la alteridad.

    Invitamos a todos los lectores a participar de este proyecto compartiendo comentarios, opiniones, ideas, preguntas y materiales acerca de estos temas.

     

    [1] Chul Han, Byung, La expulsión de lo distinto. Herder Editorial- Argentina-2016.

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