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Una historia de superación.

  • Una historia de superación: salió adelante gracias a su mamá y a las becas escolares

    Desde los 9 años, Aymará González forma parte de Fonbec, una organización que brinda aportes económicos a estudiantes a través de padrinos.

    Una historia de superación: salió adelante gracias a su mamá y a las becas escolares

    Aymará y Érica conocen de dificultades pero saben de qué modo superarlas. 

     

    Si de algo entienden Aymará González (17) y su mamá Érica es de luchar. Y por supuesto de estar siempre juntas.  Ellas forman una familia de a dos, que hasta hace unos años vivía en el barrio Olivares y tenían sólo poquitas horas para verse.

    La mujer trabajaba por hora, por lo que tenía que hacer jornadas de más de 12 horas para poder cubrir las necesidades de ambas.

     

    Sin demasiados recursos económicos, pero con mucho tesón, ganas de trabajar y el aporte de una fundación, Érica logró  conseguir un trabajo estable, una casa en la sexta sección y garantizarle a su hija lo único que siempre le importó: una buena educación.

    Este año Aymará terminará la secundaria y tiene proyectado estudiar Psicología.

     

    Con una mirada dulce y marcada sonrisa, una pequeña Aymará posaba para la cámara de este diario 8 años atrás. Allí contaba que todas las mañanas tenía que alistarse sola para ir al colegio, organizar los deberes por nivel de complejidad y llegar a la noche con ánimo de leerle un cuento a mamá para calmar su cansancio. 

    A raíz de la nota, se contactaron con su madre desde la sede local de Fondo de Becas (Fonbec), una fundación extendida a nivel nacional que otorga becas para estudiantes a través del padrinazgo.

    Al poco tiempo comenzó a recibir un monto de dinero mensual en concepto de ayuda escolar, que si bien era acotado, las motivó aún más para salir adelante.

    "Es una ayuda que le dan a los chicos de bajos recursos que estudian. Nosotras vivíamos en una villa y yo tenía que privarme mucho tiempo de estar con ella para que fuera a la escuela", contó Érica. 

    Es que para ella la educación es fundamental: "Yo siempre la empujo para que estudie. En definitiva es la única herencia que le voy a dejar", aseguró.

    Aymará comentó que ese dinero, que hoy sigue recibiendo, suele gastarlo en fotocopias,  libros y útiles. "Está muy bien porque no solamente te depositan plata y te vinculan con un padrino o madrina, sino que también te invitan a encuentros y te dan un montón de posibilidades", aseguró.

     

    Como contraprestación ella tiene que escribirle cartas a su madrina contándole de sus actividades y enviarles la libreta cada tres meses.

    Tiempos difíciles

    La joven madre recordó que cuando comenzó a recibir la beca, la pequeña iba al centro comunitario del barrio Flores por la mañana y después se iba a la primaria a la escuela Champagnat en El Challao, por lo que solamente se venían un ratito en el colectivo. "Cuando estás sola todo cuesta muchísimo", reconoció.

    Detalló que como le pagaban por hora y se le complicaba mucho para estar con su hija, comenzó a insistir para trabajar como celadora en una escuela. "Pude entrar en la Patricias Mendocinas en el turno de la noche pero como me pagaron recién a los dos meses, tuve que seguir con dos trabajos", remarcó Érica.

    Como consideraba el barrio Olivares empezó a volverse un lugar conflictivo cuando su hija salía de la escuela se la llevaba con ella a su trabajo.

    "Aunque era de noche era el único horario que tenía para hacer tarea con ella, salía a las 12 y muchas veces se quedaba dormida en la cocina", narró.La situación comenzó a cambiar cuando logró titularizar y pudo pedir un cambio de horario para coincidir con el del colegio de su hija.

    A la hora de elegir secundaria para Aymará, Érica quería que fuera una escuela estatal, pero finalmente la inscribió en el Instituto Nadino por recomendación del padre Joaquín. "Empecé a empujar para que tuviera media beca. Pagué matricula, las dos primeras cuotas y por suerte la becaron por completo", relató.

    En ese entonces todavía vivían en el barrio Olivares. "Ir a la escuela todos los días era muy peligroso porque entraba a las 7 de la mañana. Teníamos que cruzar la parte de atrás de la universidad, una zona muy oscura hasta llegar a la parada", contó Aymará. Como tenía que cruzar calles de tierra se ponía bolsas para cubrir sus zapatos y que llegaran limpios hasta la puerta de la escuela. 

     

    Su nuevo hogar

    Para estar más cerca del colegio de su hija, Érica pidió un traslado a la escuela Edmundo De Amicis de la sexta sección y ahí salió la oportunidad de que le prestaran una casa del establecimiento.

    "Un compañero dejó la casa y me la ofrecieron. En ese entonces presenté todos los papeles que me pedían, pero estaba operada de la pierda. Inmediatamente pedí el alta, aunque todavía no estaba del todo recuperada, porque había que estar en actividad para poder habitarla", detalló.

    Ahora ambas viven allí donde se sienten más cómodas y seguras. "La parte social te cambia la mente, el hábito y la forma de vivir. Allá mi hija vivía encerrada, pero acá puede salir tranquila", destacó la mamá.

    Érica se encuentra satisfecha porque su hija a fin de año terminará la secundaria, pero ahora le toca enfrentar el desafío universitario. Aymará está decidida a estudiar psicología, carrera que todavía no se encuentra habilitada en la UNCuyo, por lo que deberá concurrir a una universidad privada.

    "Le dije que se anotara y que vamos a ver cómo remamos. Siempre con esperanza, porque poniéndole esfuerzo todo se puede en la vida", concluyó.

    Madrinazgo

     

    Para estar más cerca del colegio de su hija, Érica pidió un traslado a la escuela Edmundo De Amicis de la Sexta sección y salió la oportunidad de que le prestaran una casa del establecimiento.

    "Un compañero dejó la casa y me la ofrecieron. En ese entonces presenté los papeles que me pedían, pero estaba operada de la pierda. Pedí el alta, aunque todavía no estaba del todo recuperada, porque había que estar en actividad para poder habitarla", detalló.

    Ahora ambas viven allí donde se sienten más cómodas y seguras. "La parte social te cambia la mente, el hábito y la forma de vivir. Allá mi hija vivía encerrada, pero acá puede salir tranquila", destacó la mamá.

    Érica se encuentra satisfecha porque su hija a fin de año terminará la secundaria, pero ahora le toca enfrentar el desafío universitario. Aymará está decidida a estudiar psicología, carrera que todavía no se encuentra habilitada en la UNCuyo, por lo que deberá concurrir a una universidad privada.

    "Le dije que se anotara y que vamos a ver cómo remamos. Siempre con esperanza, porque poniéndole esfuerzo todo se puede en la vida", cerró.

    Sumar voluntades

    Fonbec está en la búsqueda constante de nuevos padrinos y madrinas para poder darles nuevas oportunidades a más chicos mendocinos.

    Para contactarse con ellos pueden hacerlo a los teléfonos 4299989 - 2616006521/009 o en www.fonbec.org.ar o en www.facebook.com/FonbecMendoza

    Fuente

    Orlando Pelichotti / Los Andes

    Por Carla Romanello - cromanello@losandes.com.ar

     

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